sábado, 16 de abril de 2011

Un sueño eterno

Suelo tener ese sueño bastante seguido: estoy en un prado enorme, cubierto de verde brillante, puedo ver el horizonte, el cielo azul, el sol... es realmente precioso. Es tan real el sueño que incluso siento la brisa acariciándome las mejillas. Siento el calor del sol, la paz del lugar, me invade una gran calma, un relax. Pero de repente cambia, y veo algo a lo lejos... No se bien que es, no puedo llegar a distinguirlo, pero siento que quiero alcanzarlo y empiezo a correr. Primero lo hago despacio, solo deseando obtener eso que intento alcanzar, pero se aleja y por más rápido que corra, no logro alcanzarlo.
Tropiezo, caigo, me recupero y sigo corriendo. A veces me canso pero no puedo detenerme porque así lo que deseo se aleja más de mi, entonces empiezo a caminar, luego a trotar y después retomo carrera.
Lo hago tantas veces y sin detenerme que me doy cuenta que por más que corra, por más que caiga, por más que me levante, nunca voy a lograr alcanzarlo; y aún sabiendo eso, sigo corriendo.


Cuando miro por detrás de mi hombro, el camino se llenó de flores hermosas.